sábado, dezembro 18, 2010

Bienvenido

Justo cuando empezó el frío,
cuando largos abrigos empezaron a esconderme,
me dio por mirarme... y te encontré.

¡Bienvenido a esta casa y suerte en el camino!
Discúlpame los hábitos adquiridos
y los miedos mediocres,
el pasado demasiado largo
y este primer desahogo, no refinado.

Es que no tengo consejos para darte,
ni verdades a transmitir...
yo empecé hace poco a vivir y todo lo que sé es buscar.

¿Qué te puedo decir?...

Que merece la pena este mar,
que en mi barco tendrás tu sitio,
y que siempre, siempre, podrás remar.

quarta-feira, dezembro 08, 2010

Aniversário

Ontem fiz anos, e não o digo com orgulho ou vaidade... fazer anos é algo tão natural que não entendo bem porque é que nestes dias todos nos dão os parabéns. Eu própria também o faço, mas... confesso que quase sempre sem motivação. Penso sempre: "Estou a dar os parabéns porquê?".
Se vivessemos numa zona de guerra ou em época de fome, seria um mérito manter-se vivo, mas felizmente não é o caso... por isso...
Reflexões a parte, foi muito bom fazer anos ontem. Telefonaram-me e escreveram-me muitos amigos e familiares, adorei. E todos me deram os parabéns!... desejo ser merecedora deles, independentemente daquilo a que se referem.

domingo, novembro 07, 2010

Fue una mañana (Francisco Alvarez Hidalgo)

Fue una mañana limpia…, literaria.
Su rostro era exigencia de soneto,
y yo le eslaboné, largos, carnales,
catorce besos de la frente al cuello.
Se los improvisé, sin detenerme
a recibir inspirador aliento
de las musas. Su códice temblaba
a cada ráfaga de verso inédito.
Quiso más poesía,
y le imprimí una octava en cada seno,
rimas alternas completando círculos
en torno a los pedúnculos erectos.
Y hube de repetir las trayectorias
concéntricas y mansas verso a verso.
Se le antojó la brevedad sencilla
de un pareado sobre el vientre, viendo
en ascensión la alondra del lirismo,
y en progreso la sierpe del deseo.
Y lo escribí con mano temblorosa,
y con labios de pétalos.
Y me rogó un poema interminable,
como las epopeyas que escribieron
los rapsodas de ayer, para sus muslos
súbitamente abiertos.
Y lo empecé en cronología inversa,
alargando la historia, a paso lento.
Fui recorriendo siglos y paisajes,
cada cual más distante, más espléndido,
de los ríos de luz a las cavernas,
del alto páramo al desfiladero.
Llegué por fin, febril y sudoroso,
milenio tras milenio,
al umbral palpitante de la vida,
en la cuna del tiempo,
cuando un árbol prohibía sus manzanas,
y una mujer rompía el mandamiento.
Siempre desarrollando mi poema,
siempre a golpes de verso.
Percibí sus primeras pulsaciones
y exploré sus misterios.
Seguí avanzando por su mundo oscuro,
y llegué a ver formarse el universo
en cósmica explosión. Aún en mi oído
llevo su resonancia y su recuerdo…
Fue una mañana como viera el mundo
hace tantos milenios.

Francisco Alvarez Hidalgo

sábado, outubro 30, 2010

There's no control group

That's the thing about a human life - there's no control group, no way to ever know how any of us would have turned out if any variables had been changed.


Elizabeth Gilbert

sábado, outubro 16, 2010

Esgotei as palavras

As coisas que fazemos quando o coraçao nos palpita são exageradas e irresponsáveis, além disso definem o resto das nossas vidas.

Disse-te muitas coisas, esgotei as palabras. Conhecemo-nos com palavras escritas. Falei quando devia calar, escrevi sem parar desde que te conheci. Esgotei as palavras… mas não me calo. E sempre digo mais com os meus silêncios.

Esgotei todas as palavras, excepto uma.

Chamei-te, fugi, chamei-te, fugi, ainda te chamo, mas… tu já não vens, eu já não fujo… e o tempo não passa.

Esgotei todas as palavras excepto a mais importante, que nunca usei: Amo-te.

sexta-feira, outubro 15, 2010

LA LENTA MÁQUINA DEL DESAMOR... (Julio Cortázar)

La lenta máquina del desamor,
los engranajes del reflujo,
los cuerpos que abandonan las almohadas,
las sábanas, los besos,
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo,
ya no mirándose entre ellos,
ya no desnudos para el otro,
ya no te amo,
mi amor.


Julio Cortázar

domingo, outubro 03, 2010

Equilibrios

Los desiquilibrios en el amor reflejan equilibrio en la vida. - Ayer dijieron esto en una película malisima, de ella creo que aprovecho esta frase.

domingo, setembro 19, 2010

Provérbios Chinos

Si no vas a sonreír no abras la tienda.

La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?.

terça-feira, setembro 14, 2010

Perdida

Abrazame esta noche,
sin agobios y sin prisas,
abrazame sin preguntas,
ni miedos, ni dudas, ni mañanas.

Jamás estoy tan perdida
como cuando parezco tener dirección.

Un rio sin voluntad.

Abrazame...
Pero sueltame si el abismo de mi cuerpo te asusta.

Yo sé caminar sola... si no me miras.

sexta-feira, setembro 03, 2010

Recuerdo

Y lloré...
¡Porque así tuvo de ser!
Y en cada lágrima
expulsé las palabras
de este secreto,
solo mío…
La música volvió a oírse,
¡el dolor no murió!
Palabras que expulso
pero que regresan,
besos por dar,
abrazos que confiesan
esta ansia, este volar.
Y ahora tus ojos
andan por ahí en otras caras,
y tus manos serenas
balancean en otros cuerpos…
es por ahí que te busco,
¡y te siento, raras veces!

sexta-feira, agosto 27, 2010

Eu sei lá

Eu sei lá o que quero,
não me preguntes essas coisas.

Quero ver-te pela manhã
e abraçar-te ao anoitecer.
Quero sorrir se vejo o mar
e sonhar com o pôr do sol.
Quero cores e cheiros novos,
terra e água nas minhas mãos.

Aparte disto... diz-me tu o que eu quero,
que eu às vezes, por viver tão depressa,
tão cheia de esses nadas,
nem paro para pensar onde estou
e onde, vertiginosamente, vou…

quinta-feira, agosto 26, 2010

sábado, agosto 21, 2010

Olvídate de mí

Mis manos, mitades desgarradas,
ansían el final de este tormento.

Olvídate de mí, de lo que juramos,
y que después me olvide yo,
de ese cielo que nos entendió.

terça-feira, agosto 17, 2010

Picos

Sou terrivelmente infeliz quando as coisas não me correm bem e dramaticamente feliz nos bons momentos. O meu gráfico é de picos acentuados, estou cansada. Daqui à loucura deve ser um passo...

quinta-feira, agosto 05, 2010

Suficiente (Nizar Qabbani)

Tu presencia es suficiente

para que el lugar deje de existir.

Tu llegada es suficiente

para que nunca llegue el tiempo.

sábado, julho 31, 2010

terça-feira, julho 06, 2010

Tarde de Domingo

Tarde de domingo, ni hace frio ni calor, la calmaría de la calle me aburre y me obliga a reaccionar. Me acordé de ti, como hago algunas veces.
Hice una lista y estabas en ella. Los dos sabemos que estas en ella, desde el início. Y de pronto las cosas parecen más pequeñas...
Busco, como siempre, tus palabras. O mejor, otras palabras. Porque te necesito frágil, al descubierto. ¿Existes así?
Pero pasa el tiempo y ya no hablamos, no hay que hablar, mejor esta tranquilidad, con este saberte ahí. En realidad no te necesito, unicamente te quiero y me gusta imaginarte sin complicaciones, recordar cosas que me transmitiste, momentos que me acompañan. No pido nada, porque no me debes nada.
Pero hoy, ahora aquí, dejate envolver por mi. En esta tarde de domingo donde parece imposible que ocurra algo.

domingo, julho 04, 2010

Volando

Corazones como este
jamás llevan sus dueños
a puertos seguros.
Son gaviotas perdidas
contentas de su destino.
No me olvides al final
y no te escondas de mi,
yo soy la que conoces
la que quiere, la que busca.
Corazones como este,
más tuyo que mío,
y del mundo, volando…

sábado, julho 03, 2010

Pequenina

Ás vezes esqueço-me de mim
e vivo esta vida como se fosse minha.
Esqueço-me que sou pequena,
que tenho medo do sol
e das palavras ao anoitecer.
Ás vezes o mundo pertence-me
e não lhe posso renunciar.

terça-feira, junho 22, 2010

Debilidad

Tengo una extrema debilidad por las personas inteligentes. Esas que sin saber nada lo solucionan todo.

domingo, junho 20, 2010

José Saramago

Quando nos dizem adeus, algumas pessoas obrigam-nos a fazer silêncio. Esse silêncio cheio de tudo e de nada. Não teremos palavras novas, mas para todo o sempre a sua merecida eternidade saberá continuar a contar-nos coisas.



Não acredito em Deus, não necesito, e além disso sou boa pessoa. (JS)


Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos. (JS)

quinta-feira, junho 17, 2010

Cosas mías

¿Sabes del poder de tu voz?
¿Conoces la dimensión de tus palabras?
¿El valor de tu presencia y la importancia de tu mirada?
Si lo supieras, mi amor, pensarías cada palabra,
ponderarías cada gesto y serias muy distinto.
Mejor no decirte nada...
sigue, como si tus palabras fueran vulgares,
como si tu mirada fuera común,
como si yo apenas te prestara atención...
Y que esta admiración, este no cansarme de mirarte,
esta protección a mi tesoro más precioso,
sigan siendo cosas mías...

quinta-feira, junho 10, 2010

Esa gente

La gente me agobia,
esa gente rápida y eficaz,
sin miedos ni vergüenzas,
llena de voluntad y energía,
sin silencios, sin pausas,
esa gente me asusta, me aprisiona,
y me vuelve mala, desconfiada, insegura...

sábado, junho 05, 2010

quinta-feira, junho 03, 2010

El día en que tu voz no me calmó

El día en que tu voz no me calmó
fue el último de mi tiempo de magia.
Volvieron los días vacíos
donde yo y el mundo no somos nada,
donde la felicidad es un día del futuro
y el pasado son historias no terminadas.
Ese día, de palabras que no fueron verdaderas,
lo llevaré para siempre conmigo,
como se llevan las heridas del corazón,
esas que matan y además molestan,
esas palomas negras sin novedades ni esperanzas...

sábado, maio 22, 2010

Comunicación

Cuando me acerqué a la caseta de los churros, tratando de que no se me notara la emoción, nadie estaba por ahí. Eran justo las nueve y media y a esa hora todos estaban mirando el espectáculo que acababa de empezar en el otro lado de la plaza. ¿Pero… y donde estaba mi padre?

En el día de Nuestra Señora de los Ángeles se cumplía en mi pueblo una estricta rutina: por la mañana los toros, al medio día almuerzo en el monte de San Blas, por la tarde actividades deportivas y por la noche espectáculo musical con alguno de los artistas del verano. Sin embargo la caseta de los churros estaba ahí todo el día, a uno de los lados de la gran plaza de la iglesia. Era aburridísimo, yo y mi padre teníamos que estar ahí todo el día, incluso cuando no había nadie porque estaban todos en el monte o mirando el espectáculo. Mi padre decía que por si acaso venía alguien mejor estar abiertos todo el día. La mejor hora era por la tarde, cuando se estaban realizando las actividades deportivas. Todos tenían hambre, o gula, y aburridos con los niños que cada año corrían más despacio y tenían menos fuerza, se dedicaban a comprar churros para toda la familia.

Mi padre insistía en que siempre le acompañara:

- Cuando seas mayor no quiero que me acompañes, si estás estudiando será para algo, pero por ahora que solo tienes 14 años y que estás de vacaciones, te hace muy bien la responsabilidad y trabajar un poco de vez en cuando.

Y con esta cantiga me arrastraba, cada año, para la caseta de los churros.

- Pero papá, mis amigos van andar por ahí jugando y divirtiéndose, y yo encerrado en la caseta. ¡No es justo!
- ¿No es justo? Juegas todo el año, te pido que me acompañes un día al año ¿y me dices que no es justo?...
- Al menos déjame salir un poco, durante las actividades deportivas, me gustaría participar…
- Ya sabes que por la tarde es cuando más te necesito, cuando viene más gente. ¿En que actividad quieres participar?
- En la corrida de sacos. Mis amigos van.
- Vale, pues apúntate… pero sales de la caseta únicamente para esa corrida. ¿De acuerdo?

Y así quedamos. Miré con detenimiento la agenda de actividades y decidí que estaría fuera de la caseta entre las siete y las ocho de la tarde. Sería solamente una hora, pero me llegaría para cumplir mi promesa. En realidad yo no quería participar en la corrida de sacos, nunca me había gustado la actividad física (yo era el típico muchacho regordete más dedicado a los libros y a vigilar las actividades de mi madre en la cocina que propiamente amante de las actividades deportivas). Pero... estaba enamorado por primera vez, y había prometido a la chica más guapa del pueblo que nos veríamos detrás de la Iglesia a las siete de la tarde del día de Nuestra Señora de los Ángeles.

No podía aguantar los nervios y me preocupaba no saber que le diría a Luna cuando estuviéramos juntos detrás de la iglesia. Nos conocíamos de siempre pero nunca habíamos hablado a solas. La quería hacía tiempo pero solo en esa última semana había tenido el valor de lanzarle un billete, en forma de avión, a través de la ventana abierta de su habitación y la inmensa dicha de recibir su respuesta de la misma forma pasados dos días. Yo, por si acaso, mantenía siempre abierta mi ventana. Ese billete me convirtió en el chico más feliz del mundo.

- Querido Samuel, gracias por tu billete y por tu invitación a un paseo. ¿Te parece que nos veamos a las siete de la tarde del día de Nuestra Señora de los Ángeles detrás de la iglesia? Ya sabes que debemos vernos a escondidas, por mis padres, ya sabes. Con cariño, Luna.

Mi respuesta fue inmediata:

- Querida Luna, te prometo que nadie se enterará. Te esperaré a las siete. Gracias por aceptar. Con cariño, Samuel.

Pero cuando llegué, detrás de la iglesia no había nadie. Esperé, esperé, y nadie apareció… desesperé. Di una vuelta por la plaza, saludé de lejos a mi padre, asistí a una parte de la corrida de sacos, volví a detrás de la iglesia y no encontré a Luna. Eran casi las ocho cuando decidí acercarme a su casa. Miré su ventana, estaba abierta. Pensé en lanzarle otro billete, pero mi corazón pedía más. Lleno de valor toqué el timbre. Nadie contestó. Volví a la iglesia. Encontré a Sara, llorando. Sara era una amiga a quién alguien acababa de humillar, por alguna peripecia desafortunada en la corrida de sacos. La abracé y sin que se diera cuenta lloré con ella. Estuvimos hablando un buen rato. Le conté de Luna, ella me contó miles de cosas. Sara era una chica muy tímida, en nada parecida a Luna. Tampoco físicamente se parecían. Luna tenía la piel muy clara, los ojos azules y el pelo rubio. Sara era pelirroja, llena de pecas y con los ojos verdes. Pero en ese momento, hablando con ella, imaginé que estaba con mi querida Luna, que ella había aparecido y que íbamos a estar cerca para el resto de nuestras vidas. Cuando nos despedimos ella me dio un beso en la mejilla y yo le correspondí con uno en los labios, discreto… mi primer beso. Mi primer beso falso.

Cuando, ya tarde, volví a la caseta de los churros mi padre no estaba. Entré en pánico. Durante varios minutos me quedé inmóvil, aguardando su llegada y preparando mi defensa. Alguien se acerco y me pidió 6 churros. Despaché el pedido y al levantar la mirada vi mi padre acercándose.

- Ya estoy aquí. Tardaste mucho en la corrida de sacos ¿eh? ¿Qué tal te fue?
- Bueno, di una vuelta después de la corrida… pero ya estoy aquí hace tiempo… y… quedé en el medio, más o menos…
- Bien, muy bien, y gracias ¿eh? Es que me apeteció ver un poco del espectáculo, pensé turnarme contigo, sé que este cantante a ti no te gusta. Pensé que estarías a punto de llegar… ya sabes, para no dejar esto sin nadie mucho tiempo.
- Si, hiciste bien, llegué hace tiempo. La caseta no quedó sola.

Últimamente se me daba muy bien mentir. Respiré hondo y pensé en Luna y en mi primer beso… después pensé en Sara… y de pronto el estomago empezó a dolerme.

Días más tarde me encontré con Luna en la calle y le pedí explicaciones. Pero Luna no entendía nada… y yo tampoco entendí nada. Di el caso por perdido, éramos dos almas desencontradas.

Fue algún tiempo más tarde, cuando Luna ya era mayor y estudiaba en la ciudad, que un día al pasear por su calle, me dio por mirar esa ventana abierta y percibí gente dentro, una chica estudiando. Entonces sospeché que los billetes los recibía y escribía su hermana más pequeña, burlándose de mí. Probablemente yo no había acertado con la habitación.

De todas formas yo ya me había olvidado de Luna y de Sara antes de cumplir los 15 años. Pero jamás olvidaré el momento, cuando en el año siguiente, mientras vendíamos churros en la plaza de la iglesia, mi padre me dijo guiñándome el ojo:

- Oye, si alguien te espera vete a dar una vuelta, el año pasado lo hicimos bien, ¿verdad?

sábado, maio 08, 2010

Algo Pequeñito

http://www.youtube.com/watch?v=IGlKLUujURk

domingo, maio 02, 2010

As coisas que não controlo

As coisas que não controlo
que não entendo por mais que estude
arrastam-me para o sofá
onde me resigno esperando luz.

Esperar… tão pouca coisa…

E na confusão do desconhecido,
eu também me sinto capaz
de criar num segundo, en dois passos,
um Deus poderoso que me livre do medo,
e me adormeça nos seus braços.

domingo, abril 25, 2010

Gracias, pero...

Jerónimo estaba sentado en su vieja poltrona, de su vieja casa, vestido con sus viejas ropas, pensando en nada, mientras se tocaba su larga y blanca barba. La soledad y la carencia de todo le habían arrastrado a un estado de embriaguez permanente, a una realidad muy especial. Las paredes de la casa se cubrían de fotos en blanco y negro, testigos de una época en la que su vida había sido normal. En esas fotos había niños, mujeres sonriendo, cenas de navidad…

Jerónimo se levantó de la poltrona, tambaleando se acercó a la ventana donde tenía enganchado, entre el cristal y la madera carcomida una carta del ayuntamiento:

“Dispone usted de 6 meses para rehabilitar su vivienda realizando las obras pertinentes, caso contrario el ayuntamiento emitirá un orden de desalojo que deberá hacerse efectiva en el periodo de 1 semana.”

Tomó la carta entre las manos y suspiró. La tiró al suelo, sin rabia. Cogió papel y un bolígrafo de un cajón y sentado a la mesa de la cocina empezó a escribir, despacio y mientras se tomaba una botella de cerveza:

“Estimado Dios, jamás te pedí nada, acepté la vida como me la fuiste entregando, es cierto que a veces estropeé tus planes, pero nunca te maldije y nunca te pedí más. Estoy solo y abandonado, pero no estoy del todo mal, porque tengo esta casa donde me escondo del mundo, aquí nadie me molesta, nadie me pide explicaciones.

Lo que ocurre es que ahora el ayuntamiento dice que mi casa no tiene condiciones de habitabilidad y si no hago obra en los próximos 6 meses, me desalojan. A lo mejor me quedo en la calle, o me meten en algún quinto piso de ventanas pequeñas donde no podré respirar y donde me controlaran todo el rato.

Por primera vez te pido algo, respetado Dios. Necesito dinero para la obra: diez mil euros, estimo yo, si no te parece mal.

Aguardo tu respuesta.
Un saludo,
Jerónimo Matías”

Dobló el papel escrito y lo introdujo en un sobre medio roto que había llegado hacía semanas con la cuenta de la luz. Tachó las letras que tenía escritas y registró su dirección postal. En el rincón inferior derecho del sobre escribió: Para Dios.

Salió de casa entusiasmado y depositó la carta en la oficina de correos, sin sello y sin hablar con nadie. Volvió a casa.

En la oficina de correos todos se rieron a carcajadas cuando se encontraron con la carta. Por supuesto la abrieron y se burlaron del vecino Jerónimo y ante la imposibilidad de entregarla al destinatario la colgaron en el panel de anuncios.

Pero días más tarde, el director de la oficina cambió su perspectiva frente a esta ocurrencia y decidió hacer algo para ayudar a Jerónimo. A través de reuniones y llamadas de teléfono consiguió la movilización a nivel de las oficinas de correos de la provincia para la recaudación de dinero para entregar a Jerónimo. Todos se mostraron bastante solidarios y al cabo de 2 meses habían conseguido juntar ocho mil euros. Satisfechos con el logro enviaron a casa de Jerónimo un sobre con un cheque con la abultada cuantía. Acompañando el cheque una frase sencilla: “Aquí tienes lo que me pediste, utilízalo bien. Firmado, Dios.”

Cuando Jerónimo abrió el sobre sonrió y lo celebró con una botella de vino. Al día siguiente volvió a enviar una carta a Dios:

“Muchas gracias estimado Dios, nunca dudé de tu generosidad. El dinero que me enviaste me será de grande utilidad. Pero hay algo que debes saber, esos ladrones de los funcionarios de correos se quedaron con 2 mil de los 10 mil euros que me enviaste. Tu verás que hacer con ellos...

Un saludo,
Jerónimo Matías”

terça-feira, abril 13, 2010

Naufragio Bendito

Llegaste despacio y sin hacer ruido, pero cuando tus ojos tocaron los míos la vida se aceleró y todo lo que estaba pendiente empezó a concretarse. Fuiste probablemente la gota de agua que debería caer en mi vaso para hacerlo transbordar, esa gota de agua que esperé durante mucho tiempo, a veces sin conciencia de que lo hacia. Fuiste el despertar, a cambio de nada. Fuiste el mar y sus olas, el barco y su naufragio bendito.

El mundo, nuestro planeta, no gira siempre en la misma dirección, te juro que ese día el planeta se paró, nos miró y empezó a girar al revés… y te juro que fue siempre así, cada día que nos vimos. ¿No lo sentías?

Tú siempre fuiste vida y por eso espacio abierto para sueños, promesas y delirios. Fuiste virar de página, ojos abiertos, certezas malditas. No fuiste tropiezo ni pecado, fuiste destino, salvación, camino sin meta, viento del sur.

Y ahora que ya ni siquiera estas lejos, que ya ni siquiera te echo de menos ni te busco, ahora que el mar es calmaría desesperada y del cielo ya no cae lluvia que nos moje, ahora, solo ahora te comprendo, porque solo ahora te veo sin condiciones, sin cuerpo, sin mi.

Grito al planeta que se pare, que otra vez cambie de dirección, para que las aguas y los vientos agiten mi vida sin piedad, para que vuelvas a mí sin que lo note, manipulando mi corazón. Grito y el mundo no me escucha. Tú tampoco oyes mis gritos… pero aún así grito, cada vez más fuerte, más alto, más hacía dentro de mí.

Tú eres todos y uno solo. Tú eres yo cuando estoy a solas y eres mi amor perfecto que tengo justo aquí al lado.

quinta-feira, abril 01, 2010

O meu poema

O meu poema fala de ti
porque te ti fala a minha vida
e por ti a vivo cada dia...
O meu poema cresce sem pressa
e saboreia-se devagarinho
ao som dos teus corajosos suspiros.
O meu poema não é só meu,
pertence a todos os que choram
ou que riem só por amar, só por esperar.
E é este poema universal
que guardo a sete chaves
e que digo que é só meu...
“Como se um grande amor cá nesta vida,
não fosse o mesmo amor de toda a gente!...”

quinta-feira, março 25, 2010

Obediencia Ciega

Cuando tenemos pocos años tendemos a ser radicales. O no hacemos caso a lo que nos dicen los padres o les obedecemos ciegamente. No siempre estas diferentes formas de actuar se suceden en el tiempo, a veces surgen de forma perfectamente aleatoria.

Pero en mi caso yo era una niña buena, aburridamente buena. En mi casa siempre se recuerda las diabluras de mi hermana mayor, casi nunca las mías. Mi hermana era graciosa, divertida, sabia cautivar a los adultos. Yo era sosegada, muy tímida, prefería mis muñecas a los juegos en la calle.

Tenía una cesta de bambú con tres o cuatro muñecas y varias ropas para cambiarlas. Cuando desaparecía, no desaparecía, siempre estaba con ellas, hablando bajito, construyendo historias que me ayudaran a crecer. Todavía recuerdo algunas. Todavía sé los nombres de esas muñecas delgadas que siguen en la cesta de bambú en el desván de la casa de mis padres. Ahora que las recuerdo me vuelve a apetecer jugar con ellas… aunque haya pasado tanto tiempo y aunque yo, teóricamente, ya no deba sentarme a jugar con muñecas.

Un día mi madre tuvo que ausentarse y no estaban ni mi padre ni mi hermana en casa. Por algún motivo que ya no recuerdo no podía llevarme con ella. Recuerdo su expresión de inseguridad cuando me dijo: “Te voy a dejar sola un momento, no voy a tardar, pero prométeme que te quedas tranquila, en tu habitación con tus muñecas, y que no abres la puerta a nadie”. Mientras decía esto me pasaba la mano por la cara y se percataba, mirando alrededor, que no había peligros evidentes.

Quedé sola en casa. Vivíamos en un pequeño chalet de un barrio tranquilo en las afueras de la ciudad. Abrí la cesta de bambú y el tiempo fue pasando naturalmente… hasta que el timbre de la puerta sonó. Me acerqué y por la ventana vi que quién estaba fuera, pulsando el timbre, era una prima de mi madre, con quién teníamos mucha relación. La saludé con la mano y una sonrisa y le grité que no le iba abrir la puerta. Ella se acercaba a la ventana y a través del cristal insistía para que le abriera. Yo me mantuve firme en mi actitud y fiel a las recomendaciones de mi madre. La situación no me incomodó ni me pareció rara. Mi prima seguía diciéndome mil cosas desde fuera. Yo fui a la habitación de al lado y cogí mis muñecas, las traje hasta la cocina y mirando a mi prima por la ventana, seguí jugando. Era mi forma de ser simpática.

Esta parece ser mi anécdota infantil más cotizada en el mercado de recuerdos de mi casa, aunque yo todavía no entienda bien la gracia de la historia. Traté únicamente de ser obediente. Nadie me habló de excepciones y con mis inocentes cinco años no pude hacer mejor… ni peor. Todavía no sabía que a las reglas les acompañan las excepciones.

segunda-feira, março 08, 2010

Un poema forzado

Era un día caluroso de verano. Las vacaciones se acercaban y ya nadie pensaba en las responsabilidades escolares. Los exámenes se habían pasado, bien o mal, la suerte estaba echada y ahora todos nuestros pensamientos se centraban en los planes de verano. Yo tenía 12 años.

Dentro de unos días me iría con mis padres y hermana a una playa del sur de Portugal. No podía dejar de pensar en nuestra roulotte y en lo divertido que iba a ser acondicionarla para el próximo viaje y verla detrás del coche a lo largo de la carretera que nos llevaría al mar. Para mi el mar era, en aquel entonces, algo que veía únicamente una vez al año y me parecía imposible que alguien pudiera vivir todo el año a su lado. Sería como vivir dentro de una carpa del circo o tener en casa una tienda de muñecas con las que jugar diariamente (todavía mi actividad favorita).

Lo cierto es que ese día, al salir de clase, llevaba conmigo una gran preocupación. El profesor de lengua portuguesa nos había pedido un trabajo que según él serviría para terminar muy bien el año, ocupándonos con una actividad divertida. Se trataba de escribir un poema. Aún recuerdo sus palabras: “Primero podéis elegir una palabra y después intentad que las siguientes rimen con esa, en el final de cada verso”.

Un poema, ¿cómo podré escribir un poema?… pensaba yo compulsivamente en el camino para casa. Un poema suena a ese libro enorme que tiene mi hermana en cima de su mesa y que fue escrito por el famoso Camões a quién le faltaba un ojo. Un poema suena a esa gente antigua que hablaba en un lenguaje raro y vestían vestidos largos. Y miraba a mi alrededor… donde coches pasaban a gran velocidad y gente decía palabrotas. Y me miraba a mi misma, con mis jeans ajustados y mis gruesos zapatos de deporte. ¿Cómo puedo escribir un poema? Y me daba rabia que nadie de la clase hubiera protestado, ni siquiera Jorge, nuestro revolucionario, para quién nunca nada estaba bien, que se atrevía con todo y no temía a nada.

El poema deberíamos entregarlo al día siguiente (último día de clase) y yo estaba perdida. Le pedí ayuda a mi hermana pero no era buen día. Ella también tenía sus preocupaciones, algo de trigonometría, me comentó – y la embrollada palabra me convenció, aquello podría muy bien ser más terrible que lo mío.

Me senté en la habitación delante de una hoja de papel y empecé a escribir palabras sueltas: lápis, casa, jardim, rua, escola, alunos… ¿pero que haría con estas palabras?... cerré los ojos unos segundos y volví a la hoja de papel: nuvens, pássaros, chuva, vento…relento, convento, tento, movimento, sufrimento, atento. ¡Uauu!, tenía 7 palabras que rimaban, como había sugerido el profesor. Pues ahora las juntaría en un poema, era fácil al final. Cogí otra hoja de papel, me senté mejor en la silla, me acerqué más a la mesa de trabajo, pasé las manos por la cara y empecé a escribir. Los versos no tenían sentido ni ninguna conexión entre ellos, pero seguía entusiasmada. Ahora la tarea parecía posible. Tiré a la basura unas cuantas hojas medio escritas y empezaba cada nueva hoja poniendo arriba las 7 palabras elegidas. Al final terminé muy tarde y poco convencida con el resultado, pero había podido terminar. Aquél poema no significaba nada, únicamente que ya podía dormir y que al día siguiente no se haría silencio cuando el profesor pidiera mi trabajo.

La noche pasó muy rápido, desayuné pensando en las palabras de mi poema. Mi madre me besó en la frente y me preguntó si no estaba contenta con el final de las clases. Le contesté que si, dándole la espalda y dirigiéndome al campo de batalla.

El profesor venía más animado que nunca, sonreía en cada frase. Hablaba sin parar pero no hablaba de nuestros poemas. Antes de entrar en la clase dos compañeras me habían dicho que no habían hecho el poema, que era difícil y que además ya habían aprobado el examen, que aquello no iba a servir para nada. Yo asentía con la cabeza pero fui incapaz de decir que yo si tenia un poema… me sentí ridícula, dedicándome hasta muy tarde a un trabajo que efectivamente no serviría para nada.

Justo cuando la clase estaba llegando al final el profesor preguntó si alguien había conseguido escribir el poema. Empezaron a escucharse risas y justificaciones para la no entrega de los trabajos. Había mucho ruido en el aula. Yo estaba en silencio. Sujetaba entre los dedos la hoja doblada donde guardaba mi poema. Mi corazón se aceleraba y mi pensamiento recogía cada uno de sus versos. Mis compañeros reían y el profesor se divertía con ellos. Aquello me empezó a parecer impresentable, irresponsable. Nos había pedido un trabajo, nadie lo había realizado y el profesor lo estaba considerando normal. Mi trabajo de anoche estaba siendo despreciado. Desdoblé la hoja de papel, miré una vez más el poema, levanté la cabeza, miré el profesor y le dije en voz alta: Yo si tengo un poema.

Todos me miraron incrédulos. Yo misma me miraba incrédula.

El profesor me llamó adelante y me pidió que leyera el poema. Mis piernas temblaban, pero mis ojos brillaban. Creía en mi poema, empezara a hacerlo hacía tan solo unos minutos.

Las siete palabras habían dado origen a los siete versos de mi primer poema. Todavía hoy no consigo encontrar o fabricar un argumento lógico para este poema forzado, pero su belleza es infinita, porque encierra en si mismo mi mejor despertar.

sábado, fevereiro 27, 2010

Hamaca de Cristal

En su hamaca de cristal reposa sin soñar.

En una noche de mil estrellas la frágil hamaca casi se rompía, porque Theodore se dejó llevar y la intensidad del festejo comprometió su estructura. Esa fue la última noche del último día de sus sueños libres. Desde entonces la hamaca no alberga sueños ni deseos y Theodore vive tranquilo, sin miedos ni sobresaltos. La hamaca cumple su función sin desvaríos y el cuerpo que a veces la habita simplemente vive, al sabor del viento ajeno.

Theodore sabe que su vida es sencilla, tan normal como el agua de los ríos que fluí siempre en la misma dirección, sin parar para pensar si habrá otros caminos. Theodore sabe que su vida está escrita, como estaba la de sus padres y abuelos, en la historia de un país pobre y sin futuro y de una aldea alejada de las ideas y de las oportunidades. Theodore no tiene más manos que sus manos y sus únicos ojos son los que vieron su tierra secarse al compás de las palabras huecas de un mundo ausente que no conoce. Theodore no cierra sus ojos para imaginar ni se tumba en la hamaca dejando el tiempo pasar. Su hamaca es de cristal y no le permite soñar.

Pero en esa noche de mil estrellas poco podría perder. Su vida era su cuerpo y lo que le restaba de pensamiento. No había planes que pudieron no cumplirse, no había nadie que le esperara ni comida que le defraudara. Estaban las estrellas, Theodore y su hamaca. Lo demás no existía. Sin nada que perder se entregó a si mismo y soñó que conseguiría soñar. Cerró los ojos, puso sus manos entrecruzadas sobre el pecho y esperó, recostado en su hamaca de cristal. Se imaginó con planes, con ideas, con metas que alcanzar, con luchas que trabar. Se imaginó corriendo en una dirección bien definida, se imaginó queriendo cosas, queriendo siempre más… y la hamaca empezó a vibrar. Imaginó que soñaba y por eso soñó. Y de tan bien soñar que soñaba, empezó a temblar y a sonreír. En el fino cristal de la hamaca surgieron pequeñas fisuras y Theodore se asustó. Miró alrededor y vio la misma desesperación apática que había dejado hacía un momento… la hamaca por fin estalló en uno de los bordes y Theodore tuvo miedo. Abrió bien los ojos y cerró su corazón.

Las hamacas de cristal no son como las hamacas de tela colorida pero permiten a sus dueños vivir sin lágrimas ni suspiros, como si su propia vida no fuera suya y por eso no fuera necesaria la molestia de luchar por la felicidad, tropezando, cayendo, sufriendo por metas que no se alcanzan.

Este es un discurso pesimista, pero se lo debo a Theodore, que desistió de soñar hace años, pero que me enseña a soñar a mí.

segunda-feira, fevereiro 15, 2010

Milagro

¿Que importa el día de la semana,
la temperatura, las noticias o la hora...
que importan las cosas que importan
y nos hacen estar lejos?
Te amo...
y en mi boca necesito la tuya,
en mis manos tus manos, tu piel en la mía...
es que todo mi cuerpo es la mitad de un milagro...

terça-feira, janeiro 19, 2010

Para que serve a poesia?

Já vi esta resposta nalgum sítio, mas não me convenceu, tanto que não a recordo.

Hoje tive um dia normal e não me sinto nem triste nem contente e até parece que deste coração nunca sairam gritos nem desejos... por isso hoje digo-vos uma coisa: a poesia não serve para nada, apenas para respirar.

Susana

quarta-feira, janeiro 13, 2010

Versos náufragos, vidas no vividas y otras tantas agotadas...

quinta-feira, janeiro 07, 2010

Lágrima de preta (António Gedeão)

Encontrei uma preta

que estava a chorar,

pedi-lhe uma lágrima

para a analisar.



Recolhi a lágrima

com todo o cuidado

num tubo de ensaio

bem esterilizado.



Olhei-a de um lado,

do outro e de frente:

tinha um ar de gota

muito transparente.



Mandei vir os ácidos,

as bases e os sais,

as drogas usadas

em casos que tais.



Ensaiei a frio,

experimentei ao lume,

de todas as vezes

deu-me o que é costume:



Nem sinais de negro,

nem vestígios de ódio.

Água (quase tudo)

e cloreto de sódio.


António Gedeão