terça-feira, abril 13, 2010

Naufragio Bendito

Llegaste despacio y sin hacer ruido, pero cuando tus ojos tocaron los míos la vida se aceleró y todo lo que estaba pendiente empezó a concretarse. Fuiste probablemente la gota de agua que debería caer en mi vaso para hacerlo transbordar, esa gota de agua que esperé durante mucho tiempo, a veces sin conciencia de que lo hacia. Fuiste el despertar, a cambio de nada. Fuiste el mar y sus olas, el barco y su naufragio bendito.

El mundo, nuestro planeta, no gira siempre en la misma dirección, te juro que ese día el planeta se paró, nos miró y empezó a girar al revés… y te juro que fue siempre así, cada día que nos vimos. ¿No lo sentías?

Tú siempre fuiste vida y por eso espacio abierto para sueños, promesas y delirios. Fuiste virar de página, ojos abiertos, certezas malditas. No fuiste tropiezo ni pecado, fuiste destino, salvación, camino sin meta, viento del sur.

Y ahora que ya ni siquiera estas lejos, que ya ni siquiera te echo de menos ni te busco, ahora que el mar es calmaría desesperada y del cielo ya no cae lluvia que nos moje, ahora, solo ahora te comprendo, porque solo ahora te veo sin condiciones, sin cuerpo, sin mi.

Grito al planeta que se pare, que otra vez cambie de dirección, para que las aguas y los vientos agiten mi vida sin piedad, para que vuelvas a mí sin que lo note, manipulando mi corazón. Grito y el mundo no me escucha. Tú tampoco oyes mis gritos… pero aún así grito, cada vez más fuerte, más alto, más hacía dentro de mí.

Tú eres todos y uno solo. Tú eres yo cuando estoy a solas y eres mi amor perfecto que tengo justo aquí al lado.

Sem comentários:

Enviar um comentário